Aspectos Agronómicos
Ing. Agr. Mario De Simone
Lic. Viviana Fialde
(INTA Est. Exp. Agropecuaria Salta Argentina)
Esta disertación fue presentada en el Seminario Virtual de Porotos: Las Claves para el desarrollo de su cultivo, organizado por la Fundación IDEAGRO, patrocinado porlas Cooperativas Chortitzer, Neuland y Fernheim, con el apoyo del MADES y PNUD para su proyecto Green Chaco
El resultado agronómico del cultivo de poroto deriva de la compleja interacción entre un conjunto de factores. Todos ellos en mayor o menor medida son susceptibles de ser manejados con el propósito de generar las condiciones de crecimiento y desarrollo que permitan optimizar el nivel de producción unitaria. Ello significa obtener un nivel de rendimiento lo más cercano posible al potencial y con estabilidad a través de los años.
El nivel de rendimiento se relaciona con: la nutrición hídrica y mineral, el manejo integrado de plagas y malezas, el manejo preventivo de las enfermedades y las prácticas culturales cuyo propósito es optimizar la interacción genotipo – ambiente.
Mientras que la estabilidad de los rendimientos se relaciona claramente con las particularidades del clima en cada zona en especial el régimen térmico e hídrico, con la habilitación y sistematización de los suelos y con el manejo de la materia orgánica.
El producto de las eficiencias individuales de una serie de prácticas agronómicas permite estimar el rendimiento del conjunto, para mejorarlo será necesario trabajar sobre aquellas cuya eficiencia sea más baja. En otras palabras, el mejor resultado posible de un sistema se alcanza luego de optimizar la eficiencia de todas y cada una de las prácticas agronómicas empleadas.
El desafío es establecer un nexo entre las prácticas agronómicas, las enfermedades y la productividad a fin de optimizar los resultados de manera estable a través del tiempo.
A continuación, se mencionan algunos conceptos fundamentales con una visión integradora y enfocados a una producción sustentable.
Habilitación y sistematización de los suelos
Antes de encarar la producción del cultivo de poroto en sus diferentes sistemas de producción debe cumplirse con dos actividades fundamentales: el desmonte conservacionista cuando se incorporan al cultivo tierras con monte y la sistematización de los suelos en estas tierras recién desmontadas o en tierras ya cultivadas.
La habilitación de tierras como inicio de la producción sustentable, debe realizarse con tecnología de desmonte conservacionista, este tipo de desmonte es selectivo e implica eliminar el monte en forma parcial sólo en los sectores de suelos aptos para cultivo. En consecuencia, todos aquellos sectores caratulados como suelos problema en orden a sus intensas limitaciones, deben mantener su cobertura de monte natural.
Los estudios detallados de suelos permiten lograr la diferenciación necesaria de calidades de tierra y distinguir, los suelos aptos para agricultura sin limitaciones o con limitaciones leves controlables, de los suelos problema.
Las vías de escurrimiento deben mantener la vegetación natural.
Dado que las áreas de cultivo provienen de zonas protegidas originalmente por monte, la tala y el uso del suelo sin las prácticas agronómicas adecuadas, originan un considerable incremento y concentración de los escurrimientos superficiales que derivan en una intensa erosión hídrica. Las tierras de clase II y III son las más frecuentes en los planteos de desmonte; por lo tanto, su conservación exige su sistematización inmediatamente después de concluir con el desmonte.
El propósito del agricultor debe ser sostener la productividad de sus suelos y ello se relaciona con el mantenimiento de la fertilidad, favorecer la captación y el almacenamiento del agua útil para los cultivos en los paños deforestados; debe evitar los daños por erosión, gobernar el movimiento desordenado del agua de escurrimiento, atenuar su velocidad y conducir en forma ordenada los excesos colectados hacia lugares protegidos de la red de avenamiento activa.
El desmonte conservacionista realizado como labor previa al uso de los suelos para agricultura, facilita las labores de sistematización del campo, ayuda a entender más fácilmente la dinámica del aprovechamiento del agua por los cultivos y la eliminación de los excesos hacia desagües de conducción o hacia los elementos activos del desagüe fluvial.
Laboreo de suelos
La materia orgánica (MO) es una pieza fundamental para conservar las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo que repercuten directamente sobre la compactación, la resistencia a la erosión, el tratamiento mecánico, la instalación del sistema radicular, la nutrición mineral e hídrica.
El ciclo de los nutrientes en los trópicos es muy diferente a las zonas templadas, en éstas una porción importante de la materia orgánica y de los nutrientes disponibles permanece en el suelo, mientras que en los trópicos una proporción mayor está en la biomasa y recorre su ciclo dentro de la estructura orgánica del sistema. Por ello en los trópicos la supresión de un bosque significa que el suelo no puede retener los nutrientes ni permitir su ciclo, situación ésta que resulta agravada por las altas temperaturas y períodos de lluvias lixiviadoras. En consecuencia, además de las prácticas recién mencionadas de habilitación y sistematización de suelos es imprescindible combinarlas con la utilización de los rastrojos, las rotaciones y las labranzas.
El efecto de los residuos orgánicos sobre la MO del suelo determina su equilibrio y se relaciona mucho con la cantidad y muy poco con el tipo de residuo. Su descomposición es un hecho fundamental para sostener el contenido de MO en el suelo pues los productos de la degradación son incorporados en diferentes combinaciones. Ello debe combinarse con el criterio de elección de las máquinas agrícolas por su peso por eje, orugas y características de los neumáticos.
Con la intensificación de la mecanización en la agricultura, el tráfico vehicular de tractores, cosechadoras e implementos ha pasado a ser la causa inductora de compactación de los suelos más relevante, pues los equipos son cada vez más grandes, pesados y el tráfico sumamente intenso.
Hoy es muy común el uso de tractores pesados
En efecto, la compactación de los suelos agrícolas con reducción del espacio poroso e incremento de la densidad es inevitable y justifica la necesidad de remover el suelo o realizar labranzas. Este aspecto del manejo del suelo tiene especial relevancia para el cultivo de poroto pues la compactación restringe el desarrollo del sistema radicular a una disposición superficial. El problema derivado de la compactación superficial puede solucionarse con tratamiento mecánico del suelo, mientras que la compactación profunda no puede ser efectivamente revertida con las operaciones de labranza normales ya que la efectividad del subsolado es cuestionable.
Los tractores con orugas de goma compactan menos y son más eficientes
Para las diferentes zonas en general y para las tropicales en particular se recomiendan los sistemas de labranza conservacionistas, entendidos como el conjunto de operaciones de labranza que no invierten el espesor de suelo labrado, dejan una porción importante de los residuos sobre la superficie o los incorpora superficialmente.
El laboreo vertical contribuye a controlar la erosión, reducir el uso de energía y conservar el agua.
Para el caso particular de la siembra directa conviene puntualizar que como práctica aislada en muchos casos complica la problemática desde el punto de vista sanitario, de la compactación y la acidificación del suelo. Su empleo debe incluirse dentro de un sistema equilibrado con rotaciones, manejo sanitario integrado y tratamiento mecánico del suelo por ciclos.
Implantación del cultivo
La siembra y la cosecha son las operaciones más importantes que el agricultor repite cada año. La eficiencia individual de la implantación del cultivo de poroto depende claramente de cuatro elementos fundamentales: elección del cultivar, fecha de siembra, poblaciones y uso de semilla.
Elección del cultivar
En primer término, corresponde analizar las particularidades del clima, el sistema de producción y los problemas que limitan al cultivo de poroto en cada zona. Luego se consideran las características diferenciales de los cultivares, hábito de crecimiento, días a floración y maduración, tolerancia o resistencia a enfermedades y factores adversos, adaptación y productividad en las diferentes zonas.
Estos criterios deben combinarse con el concepto de diversificación genética que implica establecer la producción de un tipo comercial sobre la base de 2 ó 3 cultivares diferentes y así, reducir el riesgo ante la presencia de enfermedades o de factores adversos.
En aquellos casos que se haya seleccionado un cultivar con adaptación específica por resistencia a virosis como los desarrollados para las condiciones cálido-subhúmedas de la subregión principal, debe incluirse dentro del programa de manejo el control químico de las enfermedades causadas por hongos.
Fecha de siembra y poblaciones
La fecha de siembra permite optimizar la coincidencia de las condiciones climáticas de cada zona en particular, con las necesidades fisioecológicas de las distintas etapas de desarrollo a lo largo de todo el ciclo del cultivo y de tal suerte, maximizar la expresión del potencial genético. Con el mismo criterio, luego de conocer las particularidades del clima en cada zona, será posible “esquivar” los problemas derivados de factores adversos; por ejemplo: en aquellas zonas donde conviene atrasar la fecha de siembra a fin de escapar a las enfermedades provocadas por hongos o virus, el uso de variedades precoces permite evitar el daño causado por las heladas.
La población definida por sus dos elementos principales, densidad y distribución, es una herramienta fundamental para optimizar la interacción genotipo se relaciona directamente con el hábito de crecimiento. Para cada cultivar se ha definido un rango susceptible de manejarse según una serie de criterios agronómicos y limitaciones de las diferentes zonas. En efecto, la gravedad con que se manifiesta una enfermedad causada por hongos puede atenuarse con canopias menos densas y/o espaciamientos mayores; cuando éstos no sean un problema los espaciamientos menores cubren más rápido el suelo, compiten mejor con las malezas y la estructura de la planta es más apta para la recolección directa.
Uso de semilla
El 50 % de las enfermedades conocidas del cultivo de poroto se transmiten con la semilla, en consecuencia, constituyen el “método más eficiente” de su dispersión entre localidades y es la razón que explica por qué en el gran cultivo están presentes enfermedades exóticas introducidas desde otros países.
“La mejor forma de iniciar una campaña es sembrando semilla y no sembrando problemas” qué, además de las enfermedades lleva implícito en particular la infección de campos limpios, la pureza varietal y su valor cultural, mermas en cantidad y calidad de la producción con sus consecuencias negativas sobre los mercados que se abastezcan.
Nutrición hídrica y mineral
Debido a que el 95 % del sistema radicular se desarrolla superficialmente (primeros 20 cm) las mejores condiciones para el crecimiento del cultivo son cuando el suelo dispone del 70 % de su capacidad de retener agua. El estrés hídrico por un período de tiempo prolongado puede afectar el rendimiento potencial, especialmente si ocurre en: a) la primera parte de la fase vegetativa cuando se define el desarrollo del sistema radicular; b) la fase reproductiva, si el déficit ocurre en prefloración, floración o llenado de grano, las mermas de producción pueden ser del 50, 70 ó 30 % respectivamente.
Los tres factores más importantes que definen la producción de carbohidratos son: la intensidad lumínica, la nutrición hídrica y mineral; conocer cómo se mueven o translocan los carbohidratos dentro de la planta, permite identificar los momentos críticos y plantear las estrategias de manejo más convenientes. Desde este punto de vista, entre los criterios para definir los momentos críticos corresponde mencionar: el crecimiento de la raíz, el cuajado de las flores, el llenado de los granos, el comportamiento frente a las enfermedades y la competencia de las malezas.
Hasta el final de fase vegetativa las hojas superiores proveen a las raíces y a las hojas jóvenes en expansión, durante la etapa de floración los carbohidratos permanecen en las hojas y durante el llenado de vainas el 45 % se transloca hacia las vainas. La producción de los carbohidratos se relaciona directamente con la provisión equilibrada de N, P, K, Ca, Mg y S, en particular desde plena floración hasta el llenado de vainas.
Una estrategia de manejo coherente debe orientarse al control temprano de malezas en pos emergencia (antes de floración), control preventivo de enfermedades, provisión equilibrada de los nutrimentos inorgánicos esenciales y riegos complementarios cuando sea posible.
El estrés hídrico luego de la etapa de floración induce problemas en la translocación de carbohidratos y como consecuencia afecta negativamente el llenado de los granos y reduce la tolerancia a las enfermedades que dañan el follaje; si a ello se suma la competencia de malezas, se comprende porque la etapa de llenado de vainas es un momento clave en la definición del rendimiento.
El anegamiento del suelo como resultado de lluvias intensas origina reducciones de rendimiento tan intensas como la causada por sequía. Por un lado, el anegamiento del suelo limita la difusión de oxígeno e incrementa la acumulación de anhídrido carbónico y etileno, y por otro lado se induce la salinización que deriva en mayor presión osmótica, desbalances nutricionales y efectos tóxicos de iones como cloruro y sodio. Estos problemas se evitan con las prácticas de: desmonte conservacionista y sistematización de suelo.
Manejo sanitario del sistema
Las pérdidas de producción en el cultivo de poroto se originan principalmente en problemas fitosanitarios derivados de la degradación bioambiental que caracteriza los sistemas extensivos de producción de granos. La degradación de los suelos originada en la erosión hídrica y pérdidas de MO, deriva en problemas de nutrición hídrica y mineral que incrementan la susceptibilidad a las enfermedades y limitan la capacidad de competir con las malezas. La gravedad de los daños originados en estos procesos crece año a año según una espiral ascendente qué, en muchas oportunidades ha resultado en la imposibilidad de seguir cultivando porotos.
Por ello cuando se aborda el tema sanitario los especialistas siempre se refieren al manejo integrado de malezas, enfermedades y plagas. En los párrafos siguientes se refiere a los tres aspectos separados solo a los efectos de una comunicación más clara.
Manejo de Malezas
La capacidad del poroto de competir con las malezas es menor que la de otros cultivos como la soja y ello se origina en dos aspectos principales: las características de su sistema radicular y la capacidad limitada de su follaje para “sombrear el suelo“.
Como se ha explicado en detalle el sistema radicular tiende a desarrollarse superficialmente, más aún cuando se presentan problemas en el suelo como son la compactación, el drenaje limitado o la presencia de sales.
Con respecto a la capacidad de cubrir el suelo y controlar la emergencia de las malezas por intersección de la luz, la estructura de la planta de poroto normalmente deja pasar luz a través de su canopia a partir del final de floración. Esto se agrava si se presentan enfermedades que producen defoliación y/o cuando la implantación fue deficiente con una distribución irregular de la población.
Si se retoma lo expresado cuando se trató la nutrición mineral e hídrica del cultivo y se lo relaciona con lo expuesto en los párrafos precedentes, puede sostenerse que son dos los momentos claves para el control de las malezas en el cultivo de poroto: los primeros 30-35 días de la fase vegetativa a partir de la emergencia y los últimos 30-35 días de la fase reproductiva a partir de la etapa de floración.
De ello puede deducirse que la estrategia de control de malezas debe estar enfocada a mantener limpio el cultivo en los momentos señalados. Si se agrega el hecho de que el poroto tolera a los herbicidas selectivos en dosis bajas (ejemplo imazetapir o fomesafen) la conclusión que surge claramente es que el control debe establecerse en los momentos señalados y cuando las malezas están en su fase inicial de crecimiento.
Las rotaciones con otras especies permiten usar otros principios activos de herbicidas, con dosis mayores y por lo tanto reducir sensiblemente la presencia inicial de malezas. Sin embargo, el control es inevitable y las herramientas disponibles son: culturales, mecánicas y químicas.
Las primeras incluyen: la implantación del cultivo, el manejo preventivo de enfermedades, la nutrición mineral e hídrica; que derivan en un cultivo con óptima capacidad de competir.
A los mecánicos y químicos, que apuntan a la destrucción de las malezas presentes, conviene usarlos en forma complementaria, por ejemplo: la preparación de la cama de siembra debe, entre otras cosas, destruirlas totalmente y optimizar la acción de los herbicidas preemergentes. De esta manera será posible con el uso de las drogas adecuadas al espectro de malezas presente mantener limpio el cultivo durante 30-35 días.
A partir de la etapa de llenado de vainas cuando se recomienda el control químico preventivo de enfermedades se puede combinar con la aplicación de herbicidas pos emergentes en dosis bien toleradas por el poroto y que permitirán controlar con eficiencia las malezas en estados juveniles de crecimiento.
En casos de implantarse los cultivos con SD, la lucha contra las malezas se complica considerablemente pues se basará casi exclusivamente en el control químico y como se ha dicho el espectro de principios activos es limitado y las dosis toleradas por el poroto son bajas. En estos casos conviene poner especial énfasis en el uso de las herramientas culturales.
Manejo preventivo de enfermedades
La presencia de una enfermedad es posible si concurren los siguientes factores: el organismo causal, el huésped susceptible y las condiciones ambientales predisponentes; si alguno de ellos no está presente y no se cierra el triángulo no se desarrolla la enfermedad.
El manejo de las enfermedades en el cultivo de poroto debe ser preventivo es decir antes de que aparezcan los primeros síntomas o signos, ya que en la mayoría de los casos los productos químicos no curan la enfermedad, sino que la detienen y con diferentes niveles de eficiencia; por ejemplo, los productos para manejar las enfermedades producidas por bacterias son bacterioestáticos es decir detienen su avance y con niveles de eficiencia cercanos al 85 %.
En razón de ello, el conocimiento de la marcha de las temperaturas, las heladas, la humedad relativa y la heliofanía de la zona en cuestión, es una herramienta imprescindible para efectuar el manejo preventivo de las enfermedades. Éste consiste en identificar: la etapa y fase del cultivo en la que puede aparecer la enfermedad, el nivel de tolerancia o susceptibilidad de la variedad usada y las condiciones ambientales que necesita el patógeno para desarrollarse. Cuando se prevea que el triángulo puede cerrarse y ocasionar reducción de rendimiento se aplicarán productos químicos sistémicos o en su defecto de contacto.
El período de aparición de la mayoría de las enfermedades comienza a partir de la etapa de floración, por lo tanto, en ésta época conviene poner especial atención en las condiciones ambientales a fin de tomar decisiones en pocos días.
Corresponde señalar que la rotación de cultivos conlleva efectos positivos desde el punto de vista biológico; la alternancia de especies permite controlar enfermedades causadas por organismos con alta especificidad y es una estrategia efectiva para el manejo integrado de los insectos plaga.
Fuente:
De Simone, M.E. y V.N. Failde (2002) El Cultivo de Poroto en la República Argentina – Ediciones INTA – 308 páginas – Editores – ISBN 987-521-067-6.